Regresando a Japón después de 4 años (Parte 4 – FINAL)

Templo Sasukeinari entrada_Japón
Entrada del Santuario Sasukeinari, en Kamakura

Finalmente toca el último post donde detallaré lo que hice mi última semana en Japón.

Regresando de Nagoya, Yoshi me dijo que los últimos días en Japón quería utilizarlos para visitar templos que no logramos visitar la vez que viajamos. Así que esos últimos días iríamos a Kamakura, una ciudad situada en Kanagawa (a 1 hora de la Estación de Tokyo) que se caracteriza por tener muchos templos y santuarios (y según lo que he contado, son como 23), pero no todos son tan sorprendentes como el Templo de Kotokuin donde se encuentra el Daibutsu (el Gran Buda).

Durante los 2 días que fui, visité un total de 4 templos, quiere decir que 2 por día. A pesar de que todos los templos se encuentran en Kamakura, no todos están tan cerca, por lo que caminar de un templo a otro te puede tomar entre 30 minutos a 1 hora (o puedes encontrar buses que te lleven, pero también pasan a la muerte de un obispo).

El primer día, que fue el martes (5 días antes de volver), Yoshi, sus tíos y yo llegamos a Kamakura en la tarde, y el primer santuario que visitamos es uno de lo más importantes de Kamakura (y cercano) y lleva por nombre Tsurugaoka Hachiman-gu. En este santuario, como dice su nombre, la advocación va dirigida a Hachiman, el dios de los guerreros.

Templo Tsurugaoka Hachiman-gū_Japón
Templo Tsurugaoka Hachiman-gū, en Kamakura. El primer santuario que visitamos en Kamakura
Camino al Templo Tsurugaoka Hachiman-gū_Japón
Torii, camino al santuario

 Antes de ir al primer templo, saliendo de la estación nos dirigimos a la calle principal que da de frente hacia este, y en el camino nos topamos con un montón de tiendas de souvenirs (omiyage en japonés) y de comida. Nos detuvimos a probar el dango (dumpling tradicional japonés elaborado con mochiko (harina de arroz)) y luego tomamos helado de matcha. Ya después de eso nos dirigimos hasta el Santuario Tsurugaoka Hachiman-gu.

Mitarashi Dango
Mitarashi Dango, en Kamakura
Helado de Matcha
Helado de Matcha

Estuvimos ahí alrededor de 1 hora, entre que veíamos las estructuras y comprábamos omamori (amuletos de la suerte, hasta le compré uno a Mango, mi perrita), y luego nos fuimos caminando hasta el siguiente Templo Hokoku-ji, también conocido como el Templo del Bambú, y como su nombre lo dice, se caracteriza por estar lleno de bambús. Además, en este podrán tener la oportunidad de disfrutar una taza de matcha en la casa de té, mientras contemplan el paisaje de bambús.

Templo Hōkoku-ji_Japón
Camino al Templo Hōkoku-ji
Bambus en Templo Hōkoku-ji_Japón
Bambus en Templo Hōkoku-ji 😀 Antes de ir a tomar matcha mirando la naturaleza
Matcha en Templo Hōkoku-ji_Japón
Matcha en Templo Hōkoku-ji

Nuestra siguiente parada ese día era el Templo Kotokuin sin embargo el bus que nos llevaba demoró un montón y cuando llegamos, justo 5 minutos antes habían cerrado el templo, así que nos dejó de otra que visitarlo al día siguiente.

Regresamos hasta la estación de Kamakura, volvimos a pasar por la calle principal ya que recordé que, a la ida había visto un restaurante que vendía papas con pescaditos bebés y mantequilla. Estuvimos a punto de irnos ya que casi todos los locales estaban cerrados cuando pasamos sin embargo tuvimos la suerte de que este lugar siguiera abierto. Estaba bien rico pero muy poquito.

Papa con pescaditos y mantequilla
Papa con pescaditos y mantequilla. Estaba buenazo y calientito

Al día siguiente, regresamos a Kamakura ya que debía ver el Templo del Buda antes de irme de Japón. No se si recuerdan que en la Parte 3 les contaba que había ido 2 veces a la Estación de Tokyo para comprar la edición especial de KitKat Tokyo Banana y no había logrado comprarlos, pues en esta ocasión, como iba a pasar fijo por dicha estación, le dije a Yoshi que teníamos que pasar a buscarlos antes de ir hacia Kamakura. Les cuento que fuimos alrededor de la 1 p.m. y ya quedaban poquísimos y sólo permitían comprar 2 cajas por persona. Así que entre Yoshi y yo hicimos 4 cajas.

Conseguí los Kit Kat_Japón
Conseguí los KitKat de Tokyo Banana (edición limitada)

Luego nos dirigimos a Kamakura y tomamos el bus que nos llevaría al Templo Kotokuin donde se encuentra el gran buda. Se dice que este Buda tiene más de 750 años y fue hecho en bronce. Antes de él, había un buda hecho de madera, sin embargo por las condiciones climatológicas no duró más de 5 años, por tal motivo se mandó a construir el Gran Buda que hasta ahora se mantiene en el templo. Se puede visitar el interior del buda pagando 20 yenes. Este buda es considerado el segundo más gran de todo Japón, seguido del Gran Buda de Nara.

Daibutsu-en_Japón
Daibutsu en el Templo de Kotokuin

Estuvimos ahí cerca de 30 minutos. Por un momento perdí a Yoshi mientras miraba los omamori pero al final lo encontré (me llevé un gran susto), y todo fue porque Yoshi quería tomar muchas fotos del gran buda.

Luego de Kotokuin, Yoshi quería llevarme a un santuario que me dijo que seguro me iba a gustar y sorprender mucho. Como les comenté en los otros posts, el uso del Google Maps fue indispensable en este viaje ya que sin él, jamás hubiésemos podido llegar a ningún sitio. El santuario al que estábamos yendo se llama Sasukeinari y según el Google Maps, estaba a tan solo 14 minutos a pie. Nos dispusimos a caminar.

Lo malo de Google Maps (e imagino que de Waze y todos esos mapas de rutas), es que no siempre te dicen cómo será el trayecto. Mientras caminábamos, hubo un momento de la ruta que nos dimos de frente con una pared y casas. Yoshi me pregunto si estaba segura de que ese era el camino, y le dije que sí porque el mapa seguía marcando que debíamos voltear a la derecha. Me tomó como un minuto entender que con derecha no era voltear literalmente a la derecha (porque nos llevaba a uno de los jardines de una casa), sino que teníamos que subir una especie de colina que daba justo para la derecha. Yoshi seguía insistiendo que el mapa estaba mal pero al llegar a la pequeña cima, vi que había un letrero que decía que para ir al santuario debía de ir a la izquierda y de frente. Yoshi seguía sin estar convencido del todo.

Ese camino nos adentraba más a una especie de bosque, el camino se hacía cada vez más difícil de andar por lo que empezamos a tener cuidado en cada paso que dábamos. Imaginarán a Yoshi cada 5 pasos que dábamos diciendo “este no puede ser el camino” y no se convencía a pesar de encontrar otro cartel que decía que el santuario estaba cerca. Recién me creyó cuando nos cruzamos con un par de turistas y Yoshi (en japonés) les preguntó si por ahí estaba el santuario y ellos le dijeron que sí.

Entre rutas cerca a precipicios, escaleras creadas por la naturaleza y una que otra resbalada, llegamos al santuario. Sinceramente siento que este es uno de los templos más bonitos que vi durante mi estadía en Japón, ya que se encuentra en medio de la naturaleza, tiene un acceso difícil por lo que no está modernizado, y sobretodo, este templo cuenta con bastantes torii (el arco tradicional japonés que suele encontrarse a la entrada de los santuarios sintoístas (Jinja), que son los santuarios que veneran a los dioses o espíritus de la naturaleza).

También me gustó mucho ver que en este santuario se encontraba lleno de adornos del Zorro de Inari (o Kitsune) que son mensajeros y por eso el nombre del templo. La historia cuenta que, mientras se encontraba en el exilio, Minamoto no Yoritomo soñó con que un kitsune lo visitó para anunciarle que la batalla con sus enemigos estaba cerca. Al ganar la batalla y convertirse en shogun (una especie de gobernante), decide crear el santuario en agradecimiento.

Zorritos en Templo Sasukeinari
Los Kitsuke en el Santuario Sasukeinari. Estaban por todos lados alrededor del santuario

Mientras venía a todos los zorritos y sus casitas, y seguíamos caminando por el templo, nos dimos con la sorpresa de encontrar un camino lleno de torii, que daba a una calle principal llena de casas. Ahí con Yoshi caímos en cuenta que había otra entrada al templo, mucho más fácil de acceder y menos peligrosa, sin embargo no me arrepiento de haber hecho la ruta que hicimos ya que pienso que era así la manera en cómo se accedía antes al templo y me pareció una experiencia única.

Templo Sasukeinari_Japón
Torii en Sasukeinari. Se podría decir que este templo es una especie de mini Kyoto, ya que en Kyoto hay un templo que cuenta con camino larguísimo, lleno de torii

Después de sus respectivas fotos, nos dispusimos a regresar. Me imaginaba regresar caminando hasta el templo anterior y luego tomar el bus hasta la Estación de Kamakura pero resulta que el camino que nos abrió los torii hacía que el camino de regreso a la estación la pudiésemos hacer caminando.

Aún nos quedaban varios minutos para tomar el tren, así que Yoshi me dijo que probáramos otro tipo de helado y pedimos uno de ajonjolí. El sabor no me pareció tan bueno como el de matcha pero igual lo terminamos, tomamos nuestro tren y regresamos a donde los tíos de Yoshi ya que al día siguiente debíamos volver para Hidaka. El día que llegamos a Hidaka, los tíos de Yoshi (que viven en Hidaka) nos invitaron a cenar a un restaurante llamado Steak no Don y vendían hamburguesas al plato buenazas, super jugosas.

Helado de Ajonjolí
Helado de Ajonjolí. No es tan rico como el de matcha
Steak no Don
Hamburguesa al Plato en Steak no Don

Como quedaban pocos días para regresar a Lima y aún tenía esas ganas de querer visitar el Zoológico de Ueno, al día siguiente de regresar a Hidaka, le dije a Yoshi para volver a Tokyo y visitarlo. Creo que Yoshi no había visitado nunca Ueno por lo que no tenía idea de cómo llegar pero con Google Maps todo fue posible. La verdad es que, al llegar al zoológico, me llevé una gran decepción ya que fui con muchísimas expectativas sin embargo el lugar se veía un tanto descuidado (además de que el clima no ayudaba mucho, todo estaba gris) y además los animalitos se veían muy tristes, y creo que esto se debía al frío que hacía. No nos quedamos ni 30 minutos la verdad, solo vimos al panda y nos fuimos. Luego de eso, pasamos un rato por un templo que está al costado del zoológico y después nos fuimos al mercado Ameyoko para que Yoshi conociera. Es sorprendente como a veces, por trabajos o estudios, no llegas a conocer los lugares en donde vives. Yoshi vivió como 6 años en Japón cuando era niño sin embargo por sus estudios y también porque sus papás trabajaban, no conoce muchos lugares, salvo el lugar donde vivía y nada más.

Entrada zoologico de Ueno_Japón
Entrada zoologico de Ueno
Oso Panda_Japón
Oso Panda en el Zoológico de Ueno. Esto es lo más cerca que se le logra ver
Gorila con frío_Japón
La gorila del zoológico estaba con muchísimo frío
Templo Ueno Toshogu_Japón
Templo Ueno Toshogu
Ameyoko Market_Japón
Ameyoko Market

El último día en Japón, Yoshi me pidió que lo volviera acompañar a Tokyo, pero específicamente a Ikebukuro ya que quería hacer unas compras tecnológicas y no quería ir solo. Le dije que ya, pero que por favor se apurara (no como en Akihabara que estuve cerca de 4 horas viendo solo tecnología) porque deseaba cenar temprano.

Luego de comprar todo lo que necesitaba, le dije que en todos esos días en Japón, sólo había tomado ramen un día y de verdad, el ramen que venden en Lima, si bien es rico, no le llega ni a los talones a los ramen que venden en Japón. Entonces usando Google Maps (¡qué maravillosa herramienta!) puse la palabra Ramen y me arrojó todos los ramen-ya (tiendas de ramen cercanos) y el más cercano (6 cuadras) era uno llamado Ichiran Ramen, y tenía buenas referencias, fue así que nos dirigimos hacia el restaurante y no se imaginan la sorpresa que nos llevamos en la puerta.

Recuerdo que cuando llegamos, el primo de Yoshi, quien nos recogió del aeropuerto, es un buen amante de la comida y nos habló sobre un restaurante de ramen delicioso que se caracterizaba porque ahí los comensales comían en cabinas individuales y nunca se tenía un contacto directo ni con quien tomaba tu orden ni con quien te lo servía, ya que la comida se entrega a través de una ventanita. Pues resulta que Ichiran Ramen es ese restaurante y ni Yoshi ni yo nos acordábamos del nombre hasta que llegamos al lugar. Estaba recontra emocionada porque me parecía algo novedoso, pero sobre todo, porque me habían dicho que era buenazo.

Entrada de Ichiran Ramen
Entrada de Ichiran Ramen

Tuvimos que hacer cola para entrar, eso comprobaba que el lugar era un buen lugar. Luego antes de que nos designaran los asientos, teníamos que pasar por una máquina y ahí indicar y pagar lo que íbamos a comer. Para mí, pedí un ramen con huevo y además un postre de matcha. Yoshi sólo pidió ramen. Pagamos en la máquina y luego continuamos haciendo nuestra cola.

Cuando ya estábamos a 2 personas de entrar, una chica del restaurante nos entregó un papel donde se marcaba la indicación de cómo quería que preparen mi ramen. Me pareció bravazo porque uno pedía cómo querían que lo preparen. Este papelito es el que se entrega a través de las ventanitas, y los que están dentro, no tienen necesidad de consultarme nada porque todo está ahí.

Papelito que te entregaban en Ichiran Ramen
Papelito que te entregaban en Ichiran Ramen donde indicas cómo deseas tu ramen

Felizmente había 2 cabinas cerca porque lo que a Yoshi y a mí nos designaron juntos. Colocamos nuestros papeles delante de la ventana y “alguien” lo cogió y cerró la ventana. No recuerdo que hayan demorado mucho en nuestro pedido, pero debo decirles que al primer sorbo, fui la persona más feliz por probar un ramen tan rico. A pesar de haber estado bien caliente, terminé mi ramen al toque, estaba buenazo y si no hubiese estado repleta, seguro que me pedía otro. Fue una experiencia muy agradable.

Ventanita en Ichiran Ramen
Así es como te entregan el pedido en Ichiran Ramen. Nunca ves al cocinero ni al mesero.
Ramen en Ichiran Ramen
Ramen en Ichiran Ramen. Delicioso

Terminamos de cenar y nos dispusimos a volver. Resulta que regresando, el tío de Yoshi (donde nos quedábamos) quería volver a invitarnos a cenar pero en esta ocasión Yakitori (brochetas) es por eso que ni bien llegamos, volvimos a salir a un restaurante muy cercano a la Estación de Hanno. La comida estuvo muy buena y felizmente como ya habíamos comido, no se necesito que pidieran más. Después de cenar por segunda vez, volvimos a la casa para terminar de arreglar maletas ya que a las 10 de la mañana estamos yendo para el aeropuerto, ya que nos demoraría como cerca de 2 horas en llegar.

Yakitori
Yakitori, cerca a la Estación de Hanno en Saitama

A la mañana siguiente desayunamos en casa y con las mismas nos enrumbamos al aeropuerto, el primo de Yoshi también fue con nosotros. Sólo recuerdo haber estado durmiendo casi todo el camino y haber hecho un par de paradas para ir a los servicios. Llegamos al aeropuerto como 1:00 p.m. y nuestro vuelo era a las 3:00 p.m., lo que nos permitió ingresar maletas a bodega (no nos pasamos del peso) y almorzar. El almuerzo fue Tonkatsu en uno de los restaurantes del Food Court del aeropuerto. Estuvo muy rico y me gustó el hecho que venía con un tazón con ajonjolí y una madera para hacer polvo de ajonjolí y mezclarlo con el shoyu (salsa de soya) y echarlo encima del Tonkatsu.

Tonkatsu
Tonkatsu en el aeropuerto. Se podía moler el ajonjolí y mezclarlo con el shoyu para echarlo en el tonkatsu

Ya habiendo almorzado, esperamos a que sea una hora prudente para ingresar al gate, y nos despedimos de la familia de Yoshi (o mi familia política). Yoshi estaba un tanto triste ya que no sabemos cuándo volveremos a Japón. Por otro lado, feliz porque siento que hemos sabido aprovechar muchísimo este segundo viaje.

Espero que estos 4 posts (Parte 1, Parte 2 y Parte 3) puedan servirles por si están interesados en viajar en algún momento a Japón. Japón es un país hermoso, con muchísima historia, gastronomía y cultura moderna, además de tecnología. No va haber día que se aburran porque siempre hay algo nuevo que descubrir y si tienen la oportunidad de ir, estoy segura que la pasarán súper.

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